à Dios es Amor. Y el amor
se expresa en una serie de actitudes que nos dan una “imagen” de Dios,
expresada a través de Jesús, quien realizó este amor en forma concreta,
encarnada.
à Un amor, que según Pablo, está por encima
de cualquier otra palabra u obra del ser humano. Es más, el amor da sentido al
decir y al actuar de la persona y, por tanto, del cristiano.
Señor, concédeme el don del amor. Hazme como él:
Paciente: con esperanza, a la escucha, lleno de paz, abierto al
hermano, comprensivo…
Servicial: atento al prójimo, colaborador, primero los otros…
No es envidioso: valorar al otro, agradecer los dones ajenos, agradecer
los dones propios…
No es jactancioso: tener a los demás como superiores
No se engríe: reconocer que todo lo que soy y tengo es puro don de
Dios
Es decoroso: no llamar la atención; no ponerme como centro de interés,
no escandalizar
No busca su interés: que siempre busque el bienestar del hermano
No se irrita: que mi vida transmita paz, agradecimiento, tranquilidad
de conciencia
No toma en cuenta el mal: que no sea vengativo, que perdone como soy
perdonado
No se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad: que siempre promueva y diga la verdad
Todo lo excusa: Señor, que reconozca que somos humanos y como Tú nos
das la oportunidad de cambiar, así también yo la dé a los demás.
Todo lo cree: Que actúe de
buena fe y crea en la buena fe de
las personas.
Todo lo espera: Sobre todo el cambio, las relaciones vivificadoras, la
vida plena
Todo lo soporta: Mi lucha por el Reino (en la lucha de Jesús), las
consecuencias de vivir amorosamente entregado.
EL AMOR NO PASA NUNCA.
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