lunes, 21 de noviembre de 2011

A imagen y semejanza de Dios (Génesis 1,26-21.2,1-4)


El ser humano es imagen de Dios. Soy imagen de Dios, su presencia hecha realidad en este lugar y en este momento de la historia. De mí se espera que sea como mi creador: enamorado del ser humano,  reflejo de su  bondad, defensor de todo ser viviente, promotor de la dignidad de la gente… Ser hijo de Dios, criatura suya, nos iguala a todos los seres humanos, nos hermana, nos invita a eliminar toda discriminación, a tomar conciencia de que somos una sola familia…

Dios nos dio autoridad sobre la creación. La autoridad en la Biblia –sobre todo a partir de Jesús- se ejerce con el servicio: el más importante que se haga esclavo. Así, esta autoridad originaria nos convierte en cuidadores de la creación, en aquellos sobre los que descansa el fin originario por el que todo fue creado.
El cristiano, por eso, debe ser cualificado defensor de los derechos humanos, activista a favor de la justicia, solidario con los que sufren cualquier tipo de discriminación, preocupado por el medio ambiente, luchador contra la explotación irracional de los recursos… Para ello, el Dios creador nos ha dado autoridad.

Dios quiere explicarnos su ser bajo la imagen del varón y la mujer. Rostro masculino y femenino de Dios. Complementariedad. Iguales en dignidad. Distintos. Dios es amor, sensibilidad, fortaleza, misericordia, bondad, justicia… todos esos rasgos que descubrimos en el varón y la mujer y que le aplicamos a quien nos los entregó. Dios es más, pero todavía nos falta descubrir su lado femenino. Estamos en el camino de pensar a Dios desde el concepto humano de maternidad… Él, con toda seguridad, nos desborda.

Dios bendijo al ser humano. La bendición como obra suya y buena. Bendición que establece lo que el hombre y la mujer son. Bendición sobre sus características y sus circunstancias, que a veces nos gustan y a veces no. Pero que son apreciadas como buenas por el creador. Aceptarse como cada uno es significa ya una alabanza al Creador que nos hizo así y nos bendijo, dijo bien de nosotros.
Tenemos, además, un modelo al que no hay que imitar, sino seguir: Jesucristo. Nadie puede tener la personalidad de otro, por lo tanto, no se trata de imitar a Jesús en su cualidad personal, sino en realizar en nosotros la voluntad del Padre. Seremos iguales a Jesús si, como él, nos ponemos al servicio de la voluntad del Padre. De tal forma que sólo así seremos criaturas “perfectas”.

Toda la creación ha nacido de la Bondad suprema, por lo tanto, todo es bueno, reflejo de esa bondad que Dios es. El pecado trastoca el plan de Dios y nos convierte en enemigos de todo lo creado y de su creador. Nos hace ver las cosas como malas, como fuente de infelicidad y destrucción. Pero el pecado no es obra de Dios.

Dios creador, al agradecerte por todas tus criaturas, quiero darte gracias por haberlas hecho buenas. Y pedirte, desde la humildad de quien se sabe obra tuya, que infundas en todos los seres humanos el espíritu creador para que ejerzamos la autoridad sobre la creación desde el compromiso por guardar y servir la obra de tus manos. Amén.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Habla, que tu servidor escucha

El joven Samuel servía a Yavé bajo la mirada de Helí... Yavé lo llamó: "¡Samuel! ¡Samuel!"... Samuel respondió: "Habla, que tu servidor escucha" (Texto completo: 1 Samuel 3,1-20)
  
Samuel estaba al servicio del Señor
-         Helí estaba acostado, pero no podía ver
-         Samuel estaba dormido donde ardía la lámpara del Señor
-         El Señor le llamó varias veces de la misma forma. Sólo al final lo reconoce
-         El Señor no se le había revelado todavía
-         Habla, que tu siervo escucha
-         Mandato del Señor: Díle
-         Samuel tiene miedo de contarle a Elí, pero lo hace
-         Helí: hágase tu voluntad
-         Samuel creció y el Señor estaba con él

à Ponerme al servicio del Señor. Soy el siervo del Señor. Siervo inútil, que no hace sino lo que tiene que hacer. No sirvo por mis cualidades, sino porque las pongo al servicio de… Mi trabajo no debe ser tomado según mi conveniencia, sino según el servicio mejor que pueda hacer al Señor…

à Quiero ser un Samuel atento, antes que un Helí acostado y ciego. El que duerme, sin embargo está vigilante, en actitud de escucha, como las vírgenes prudentes, con las lámparas encendidas. En algún momento, quizá a la cuarta vez, acertaré a identificar la voz del Señor. Quizá sea en estos momentos. Helí era débil, incapaz de educar a sus hijos, pero dio un buen consejo a Samuel
Dios me ha llamado y han sido otros quizá los que, de forma desafortunada, me han puesto en la dirección correcta.

à En cualquier caso debo tener la actitud de Samuel: Habla, que tu siervo escucha. Para realizar el mandato del Señor, de manera completa, aunque sea desagradable o me dé miedo.

à Todos debemos aceptar la voluntad del Señor, buenos y malos, débiles y fuertes, ancianos o niños.

à Escuchar la palabra y cumplirla trae como consecuencia dos resultados: crecer – en compañía del Señor.

lunes, 7 de noviembre de 2011

A través del desierto

Yavé vio que Moisés se acercaba para mirar; Dios lo llamó de en medio de la zarza: "¡Moisés, Moisés!", y él respondió: "Aquí estoy. Yavé le dijo:..."He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos..." (Te invito a leer el  texto completo: Éxodo 3,1-15)


à El monte de Dios está “más allá del desierto”. Como Jesús, que discierne la voluntad de su Padre pasando por el desierto. O el mismo pueblo que Israel que encuentra su “personalidad” a través del desierto.

à Se llega a Dios, a la tierra prometida, a la resurrección, a través del desierto y de la prueba; a pesar del desamor, la tentación y el pecado, Dios está más allá, al otro lado de la miseria humana.

à Pero él se aparece de mil formas que trascienden los elementos físicos, terrenales. Es fuego, es brisa, es susurro, es rayo, golpe mortal, dolor, incomprensión… porque tiene un objetivo: hacer de sus hijos e hijas un pueblo nuevo, crear una nación distinta, en un lugar distinto, con unas leyes diversas… Hay que descubrir esas manifestaciones de Dios y tener la osadía de acercarse a ellas para verlas mejor, pero con la reverencia y la fascinación de quien se sabe en presencia de Quien lo supera en todo.

à Acercarse a Dios que llama, que ha puesto la mirada sobre mí, que me reconoce y sabe quién soy y por qué estoy aquí. Ante su llamado solo cabe una respuesta: Aquí estoy. Y una actitud (descálzate): dejar mis prejuicios, mis deseos de venganza, mis lamentaciones, mi “buen nombre”. El Señor me busca porque ha visto el clamor del pueblo. No le gusta cómo tratan a sus hijos, cómo los conducen hacia la esclavitud del consumismo, de la degradación ambiental, del compromiso temporal, de la explotación del ser humano, del rechazo al pobre, al enfermo, al anciano, al no productivo… y el Señor se propone bajar a libertarlo.

à En Jesús, Dios realiza esta liberación pero, dos mil años de historia han ocultado a los ojos humanos en qué consiste el proyecto de Dios. El pueblo sigue anhelando un mundo distinto, pero ha extraviado el camino para conseguirlo y se ha fabricado un becerro de oro que no coincide con las tablas de piedra de la ley.

à Dios busca gente que quiera participar, aunque esté sumergida en el error del pueblo, para descubrir y reorientar esos deseos de paz, de justicia, de armonía, de felicidad plena… que el pueblo busca.

à “Aquí estoy”, frase corta, pero tremenda. Me pongo a tu disposición, sentado en el escritorio y desde la tranquilidad de unos días de descanso. Repetirte después este “aquí estoy” no será tarea fácil y que también la duda llegará a querer justificar mi falta de riesgo: ¿quién soy yo…?

à Padre bueno, celoso defensor de tus hijos e hijas, amante hasta el extremo, que resuene siempre en mi corazón tu palabra: Yo estaré contigo. Es la única afirmación que puede darme la valentía suficiente para asumir el reto que me propones de ser “guía” de un pueblo desorientado.

à “Soy el que soy”, Dios presente, actuando en la historia, empeñado en llevar a buen término tu proyecto de amor sobre nosotros. Hoy por hoy te digo: cuenta conmigo, aunque sé que debo atravesar el desierto e ir hacia ti, para encontrarme en disposición de hacer tu voluntad.
  • Dame, Señor, osadía para acercarme a ti
  • Despójame, Señor, de mis deseos, ambiciones, cálculos, pecados…
  • Envíame, Señor, donde quieras.
  • Acompáñame todos los momentos de mi vida. Amén.

martes, 1 de noviembre de 2011

Hay que confiar

"Abrahán y Sara eran ancianos, bien entrados en años, y ella no tenía ya lo que le pasa ordinariamente a las mujeres... Pero Yavé dijo a Abrahán: ...volveré a visitarte dentro de un año, y para entonces Sara tendrá un hijo" (es mejor leer el texto completo: Gén 18,1-15)



àEl Señor se apareció a Abrahán
Cuando más tranquilo estaba, quizá pensando en los días de su juventud, o en la realidad de su vejez, o en su muerte ya próxima. No hay edad para que el Señor se aparezca; siempre sale a la búsqueda del ser humano y no hay que dejar que se pierda la ocasión.

à Alzó los ojos… vio… corrió a su encuentro.
La presencia del Señor tiene una respuesta por parte de la persona que pone sus recursos a su disposición. La llegada del Señor, en forma de cualquier persona, tiene que movernos a descubrirlo, postrarnos ante él y ofrecerle lo mejor de nosotros y de lo nuestro.

à No pases sin detenerte con tu siervo
Es una gracia que pases junto a mi vida cotidiana. Eres tú el que me hace el favor de acercarte a mi rutina. Eres el  que pone la novedad en mi quehacer. Por eso corro a ti y te digo: quédate, no pases sin detenerte con tu siervo.

à Haz como has dicho
Mis pensamientos coinciden con los tuyos cuando se refieren a tratar a los demás con caridad, de ponerme al servicio del prójimo, de cuidar al hambriento, al sediento, al cansado… Entonces estoy recorriendo el camino del Señor.

à ¿Dónde está Sara?
¿Dónde esta tu hermano?  Siempre la pregunta por el otro, de parte de Dios. No soy un personaje aislado, ni mi actividad es sólo personal. Hay tantos implicados en mis respuestas… Formo parte de un Cuerpo, hago un todo con Cristo, cabeza, y todos mis hermanos y hermanas. No soy un privilegiado frente a ellos. Somos privilegiados todos juntos. Dios me pregunta por mi hermano.

à Y promete vida, criatura nueva. De donde humanamente no es posible, saca el Señor la alegría de la Vida nueva. Ante la realidad estéril, el Señor convierte las pesadumbres más ciertas en esperanzas alegres y plenificadoras. Hay que confiar ¿hay algo difícil para el Señor?