viernes, 15 de enero de 2010

A propósito del perdón

La respuesta "normal" que daría un católico a la pregunta "¿quién puede perdonar los pecados?" sería casi invariablemente: sólo Dios perdona los pecados.
Esa respuesta es la misma que hubieran dado los escribas que se escandalizaron y llamaron blasfemo a Jesús cuando dijo al paralítico: "tus pecados quedan perdonados"... Dos mil años de Iglesia parece que no han variado mucho las cosas.
Sin embargo, es Jesús quien dice: para que vean que el hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados...
Jesús es hombre y perdona los pecados como hombre, no como Dios. E invita a que otros hagan lo mismo: si no perdonas de corazón a tu hermano...
Pedir perdón a Dios es fácil, incluso a través del sacerdote. Puedo decirle: padre, he hablado mal de otro, he sido infiel a mi pareja... y la cosa queda entre los dos, o entre los tres, si ponemos a Dios al fondo de la confesión. Pero decirle al hermano: he hablado mal de ti, perdóname; o a mi pareja: te he sido infiel, estoy confundido y avergonzado, perdóname... ya no resulta tan fácil, pero sí más auténtico y más comprometedor.
Por eso Jesús insiste en que el auténtico perdón es entre hombres, entre personas, que viven acá, en la tierra y que entienden su vida como proceso de construcción de la fraternidad univeral, a cuya cabeza está el hijo del hombre, Jesús