Samuel
estaba al servicio del Señor
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Helí estaba acostado, pero no podía ver
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Samuel estaba dormido donde ardía la lámpara del
Señor
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El Señor le llamó varias veces de la misma forma.
Sólo al final lo reconoce
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El Señor no se le había revelado todavía
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Habla, que tu siervo escucha
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Mandato del Señor: Díle
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Samuel tiene miedo de contarle a Elí, pero lo
hace
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Helí: hágase tu voluntad
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Samuel creció y el Señor estaba con él
à Ponerme al servicio del Señor. Soy el siervo del Señor. Siervo
inútil, que no hace sino lo que tiene que hacer. No sirvo por mis cualidades,
sino porque las pongo al servicio de… Mi trabajo no debe ser tomado según mi
conveniencia, sino según el servicio mejor que pueda hacer al Señor…
à Quiero ser un Samuel atento, antes que un Helí acostado y ciego. El
que duerme, sin embargo está vigilante, en actitud de escucha, como las
vírgenes prudentes, con las lámparas encendidas. En algún momento, quizá a la
cuarta vez, acertaré a identificar la voz del Señor. Quizá sea en estos
momentos. Helí era débil, incapaz de educar a sus hijos, pero dio un buen
consejo a Samuel
Dios me ha llamado y han sido otros quizá los
que, de forma desafortunada, me han puesto en la dirección correcta.
à En cualquier caso debo tener la actitud de Samuel: Habla, que tu
siervo escucha. Para realizar el mandato del Señor, de manera completa, aunque
sea desagradable o me dé miedo.
à Todos debemos aceptar la voluntad del Señor, buenos y malos, débiles
y fuertes, ancianos o niños.
à Escuchar la palabra y cumplirla trae como consecuencia dos
resultados: crecer – en compañía del Señor.
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