lunes, 14 de noviembre de 2011

Habla, que tu servidor escucha

El joven Samuel servía a Yavé bajo la mirada de Helí... Yavé lo llamó: "¡Samuel! ¡Samuel!"... Samuel respondió: "Habla, que tu servidor escucha" (Texto completo: 1 Samuel 3,1-20)
  
Samuel estaba al servicio del Señor
-         Helí estaba acostado, pero no podía ver
-         Samuel estaba dormido donde ardía la lámpara del Señor
-         El Señor le llamó varias veces de la misma forma. Sólo al final lo reconoce
-         El Señor no se le había revelado todavía
-         Habla, que tu siervo escucha
-         Mandato del Señor: Díle
-         Samuel tiene miedo de contarle a Elí, pero lo hace
-         Helí: hágase tu voluntad
-         Samuel creció y el Señor estaba con él

à Ponerme al servicio del Señor. Soy el siervo del Señor. Siervo inútil, que no hace sino lo que tiene que hacer. No sirvo por mis cualidades, sino porque las pongo al servicio de… Mi trabajo no debe ser tomado según mi conveniencia, sino según el servicio mejor que pueda hacer al Señor…

à Quiero ser un Samuel atento, antes que un Helí acostado y ciego. El que duerme, sin embargo está vigilante, en actitud de escucha, como las vírgenes prudentes, con las lámparas encendidas. En algún momento, quizá a la cuarta vez, acertaré a identificar la voz del Señor. Quizá sea en estos momentos. Helí era débil, incapaz de educar a sus hijos, pero dio un buen consejo a Samuel
Dios me ha llamado y han sido otros quizá los que, de forma desafortunada, me han puesto en la dirección correcta.

à En cualquier caso debo tener la actitud de Samuel: Habla, que tu siervo escucha. Para realizar el mandato del Señor, de manera completa, aunque sea desagradable o me dé miedo.

à Todos debemos aceptar la voluntad del Señor, buenos y malos, débiles y fuertes, ancianos o niños.

à Escuchar la palabra y cumplirla trae como consecuencia dos resultados: crecer – en compañía del Señor.

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