Si no hay
resurrección de los muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo,
vacía es nuestra predicación, vacía también vuestra fe. Y somos convictos de
falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a
Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los
muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra
fe es vana: estáis todavía en vuestros pecados. (Texto completo: 1Cor 15,1-24)
Jesús, creo en tu resurrección. Sería un tonto si estuviera hablando
con alguien del pasado, si hiciera depender mi vida de alguien que existió
hace miles de años y que gracias a la iniciativa de algunos, ha perdurado su
recuerdo en la historia.
Tu resurrección es la posibilidad abierta de Vida nueva para toda la
creación. Y esa creación nos manifiesta la vida transformada por acción, sobre
todo, del amor.
El mundo camina hacia adelante en la medida que se establecen
relaciones fraternas, solidarias, amorosas. Hay esperanza en un futuro
definitivo y distinto. Esa esperanza nos mueve a poner nuestro empeño en ir
construyéndolo.
Tú nos lo anunciaste, diste la
vida por él, y al resucitar, nos invitas a ser partícipes de algo –Reino le
llamaste tú- que ya estamos gustando en esta vida, algo que no va a ser “para
los que vengan detrás”, sino la vida definitiva de todos nosotros, los hijos e
hijas de Dios.
Señor Jesús, que resucitaste de entre los muertos y nos diste a todos
la esperanza en una Vida Total junto al Padre:
Quiero agradecerte este don que nos haces y pedirte que esa esperanza
haga que mi vida tenga un único norte: la vida renovada y definitiva que tú
nos ofreces.
Te lo pido con fe, fundada en
los testigos que compartieron contigo tu vida de resucitado. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario