lunes, 26 de diciembre de 2011

Guárdame, oh Dios, en ti está mi refugio (Salmo 16,1-11)

En ti está mi refugio

No puedo esperar que nadie me acoja como tú, Señor. Los gestos compasivos de los hombres, aunque sean ciertos, son limitados. El único que da la paz totalmente eres tú. Te doy gracias por las personas en las que me he refugiado. En ellas he podido gustar las primicias de tu acogida. Pero tú eres el auténtico refugio, a ti debo acudir cuando me sienta acosado, desvalido.

Mi bien está sólo en ti
Debo aceptar que tú eres mi mayor bien y que a ti debo repartir –compartir- con mis hermanos. Siempre dudo que se nos dé “por añadidura” si buscamos tu reino. Prefiero el pájaro en mano. Por eso, aceptarte como el único bien queda como frase retórica o programa de vida… Quiero hacerlo efectivo en mi vida, aunque sea poco a poco.

Yahveh, la parte de mi herencia
No querer nada más.
No buscar otra cosa que enriquezca mi patrimonio.
Desearte como lo máximo que puedo tener.
Descubrirte como lo más apetecible.
Posponer otras riquezas a la riqueza de tenerte…
¡¡Qué suerte quienes lo consigan!!

Pongo a Yahveh ante mí sin cesar
Siempre te tengo presente. A veces es una presencia que me molesta, sobre todo cuando me advierte de mi mediocridad o de mi ambigüedad. Pero creo que estamos en un diálogo continuo. Quisiera mejorar la percepción sobre Ti que tengo en esa referencia continuada. Creo que en ocasiones no es un diálogo muy amigable, aunque también hay momentos buenos. Quiero estar contigo, en tu presencia, y hacerlo de manera que me sienta acompañado por el mejor amigo.

No me entregarás a la muerte
Sobre todo a esa muerte definitiva, de cerrarme a tus propuestas, o de buscarme a mí mismo. Tú sabes que, si confío en mis posibilidades, pienso que nunca podré aceptar definitivamente tu propuesta. Me veo incapaz, inseguro… incluso con la posibilidad de realizar la mayor traición. Por eso te pido que no me entregues a la muerte, que estés siempre sosteniendo mi vida y que yo advierta esa mano fuerte que me jala hacia ti.

Me enseñarás el camino de la vida
Confío en ti.
Que advierta, Señor, tus huellas en ese camino
Camino estrecho, difícil
Lo que importa es hacia dónde lleva, cuál es su meta
Enséñame a caminar en tu presencia.

No hay comentarios: