domingo, 22 de enero de 2012

El Padre mismo los ama (Juan 16,25-33)


Se acerca la hora en que ya no les hablaré en parábolas, sino que con toda claridad les hablaré acerca del Padre... pues el Padre mismo los quiere, porque me quieren a mí y creen que salí de Dios...
Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.

à El Padre mismo los quiere
Jesús, esta afirmación me llena de paz. El Padre me quiere. Algo ya sabido, meditado, estudiado… quizá también percibido pero desde la lejanía que responde al respeto por alguien a quien se conoce, pero con quien no hay demasiado trato.
El Padre y yo somos uno, nos dices Jesús. Pero siempre el Padre se me presenta medio escondido detrás de tu presencia. Hoy he descubierto que el Padre me ama, que toda la historia está llena de ese amor. He descubierto que soy hijo porque él me ha engendrado. Que no soy un añadido a esa familia trinitaria, sino que formo parte de ella, por eso acepto íntimamente que el Padre me quiere.

à Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí.
Gracias Jesús por darnos tu paz. Tú no sales perdiendo por nuestra indiferencia o cobardía. Incluso quieres que no perdamos la paz al sentirnos culpables de nuestra infidelidad a la palabra que un día te dimos. Te sientes arropado por tu Padre y sabes que has cumplido su voluntad. No quieres hacernos responsables de tu aparente fracaso, porque en el fondo fue el camino que el Padre dejó que recorrieras para expresarnos su amor. Al darnos la paz, nos confirmas una vez más tu apuesta por nosotros y el cariño del Padre hacia sus hijos e hijas a pesar de no merecerlo por nuestras actitudes.

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