Se acerca la hora en que ya no les
hablaré en parábolas, sino que con toda claridad les hablaré acerca del Padre... pues el Padre mismo los quiere, porque me quieren a mí y creen que
salí de Dios...
Les he dicho estas cosas para que tengan paz en
mí. En el mundo tendrán tribulación. Pero ¡ánimo!: yo he vencido al mundo.
à
El Padre mismo los quiere
Jesús, esta
afirmación me llena de paz. El Padre me quiere. Algo ya sabido, meditado,
estudiado… quizá también percibido pero desde la lejanía que responde al
respeto por alguien a quien se conoce, pero con quien no hay demasiado trato.
El Padre y yo
somos uno, nos dices Jesús. Pero siempre el Padre se me presenta medio
escondido detrás de tu presencia. Hoy he descubierto que el Padre me ama, que
toda la historia está llena de ese amor. He descubierto que soy hijo porque él
me ha engendrado. Que no soy un añadido a esa familia trinitaria, sino que
formo parte de ella, por eso acepto íntimamente que el Padre me quiere.
à Les he dicho estas cosas para que tengan paz en mí.
Gracias Jesús
por darnos tu paz. Tú no sales perdiendo por nuestra indiferencia o cobardía.
Incluso quieres que no perdamos la paz al sentirnos culpables de nuestra infidelidad
a la palabra que un día te dimos. Te sientes arropado por tu Padre y sabes que
has cumplido su voluntad. No quieres hacernos responsables de tu aparente
fracaso, porque en el fondo fue el camino que el Padre dejó que recorrieras
para expresarnos su amor. Al darnos la paz, nos confirmas una vez más tu
apuesta por nosotros y el cariño del Padre hacia sus hijos e hijas a pesar de no
merecerlo por nuestras actitudes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario